El Día de Todos los Santos es una ocasión especial en la que la Iglesia celebra a aquellos que, por su vida de fe, nos inspiran a seguir el camino de santidad. En Hermanas Hospitalarias, este día es una oportunidad para recordar y venerar a nuestros Santos Protectores, quienes, según la tradición congregacional, han sido faros de luz y guía desde los primeros días de la fundación.

El Icono de los Santos Protectores

Autora: María Francisca Robles Montesinos | Técnica: Mixta, Silicato y óleo sobre pasta de madera. | Medidas: 120 x 85 cm

Autora: María Francisca Robles Montesinos | Técnica: Mixta, Silicato y óleo sobre pasta de madera. | Medidas: 120 x 85 cm

El icono de los Santos Protectores es un símbolo profundamente arraigado en nuestra tradición devocional. A través de él, recordamos a aquellos santos que, por su vida y misión, han marcado la historia de la Congregación y continúan acompañándonos en nuestro camino hospitalario. Esta imagen no solo nos recuerda su intercesión y apoyo, sino que nos invita a vivir en la comunión de los santos, como hermanos y hermanas en la fe.

Nuestros Santos Protectores no solo son referentes de la vida cristiana, sino también ejemplos de cómo encarnar la hospitalidad en su forma más pura. A través de sus vidas, nos inspiran a seguir adelante en nuestra misión, iluminando nuestro camino y sosteniéndonos con su ejemplo y protección. Cada uno de ellos tiene un significado especial para nosotras, y juntos forman un pilar espiritual para nuestra comunidad. Ellos son:

San José: paradigma de la gratuidad en la Hospitalidad.

San José, artesano de Nazaret y padre adoptivo de Jesús, se destaca en los relatos de la infancia del Evangelio. Su figura, valorada por los Santos Padres y Santa Teresa de Jesús, simboliza la gratuidad en la hospitalidad. Su diálogo con el ángel resalta su fe y disposición a aceptar el misterio de la encarnación. José representa un amor paternal desinteresado, fundamental en la formación de nuevas vocaciones y el tránsito a la nueva vida. Su protección ha sido renovada por el papa Francisco en su carta Patris corde.

San Juan de Dios: patrono secundario de la Congregación y modelo de amor a los enfermos.

San Juan de Dios, conocido por su conversión radical, vivió una vida marcada por la humildad y el servicio. Asumió tareas sencillas y dedicó su vida a cuidar a los más necesitados, especialmente a los enfermos mentales. Inspirado por la Palabra de Dios, vivió la «locura del Amor de Dios» en Cristo. Su legado es un llamado a las Hermanas Hospitalarias a consagrarse plenamente a este amor. San Juan de Dios es el patrono secundario de la Congregación, representando un ideal de servicio compasivo y dedicación total.

San Rafael Arcángel: protector de la revitalización de nuestra vocación hospitalaria.

San Rafael, cuyo nombre significa «medicina de Dios», es un símbolo de la protección y el acompañamiento divinos en nuestra misión hospitalaria. Su historia en la Biblia, especialmente en el libro de Tobías, resalta su papel como mediador de sanación y guía. Al contemplar su figura, recordamos nuestra vocación de ser portadores de la presencia sanadora de Jesús, continuando su obra y siendo medicina para quienes sufren. San Rafael nos inspira a vivir nuestra misión con amor y dedicación.

San Agustín de Hipona: referencia eclesial para la vida comunitaria.

San Agustín, filósofo y teólogo africano de la etnia bereber, es considerado el mayor referente de la vida comunitaria en la Iglesia. Su obra, Las Confesiones, destaca la importancia de la amistad y la vida en comunidad. La Congregación adoptó su Regla de vida, reflejada en su icono. Al evocar su vida, somos llamados a superar el individualismo, fomentar la comunidad fraterna, y vivir en unidad, promoviendo la encarnación en diversas culturas, tal como él lo hizo en su contexto grecorromano y africano.

Santa Teresa de Jesús: maestra en el cuidado apostólico y la mística de la Hospitalidad.

Santa Teresa de Jesús, primera mujer Doctora de la Iglesia, eligió la vida religiosa contemplativa a pesar de la oposición de su padre. Junto a San Juan de la Cruz, reformó el Carmelo en el contexto del Concilio de Trento, fundando monasterios de carmelitas descalzas. Su vida mística, marcada por la fortaleza, nos enseña a abrazar el amor de Dios y a transformar nuestra oración en un encuentro amoroso con Él. Su lema, «solo Dios basta», resuena en la vocación de las consagradas.

Santa Isabel de Hungría: patrona de la Congregación, ejemplo de caridad.

Santa Isabel, hija de un rey, dedicó su vida al servicio de los necesitados, comenzando en su entorno familiar y expandiendo su caridad al crear un hospital en su castillo. Vivió una espiritualidad franciscana, evidenciada por su sencillez y humildad. Su milagro de transformar limosnas en rosas simboliza su amor misericordioso. Fundó una fraternidad laical con compañeras, reflejando el llamado a la humildad y al amor en nuestra misión. Fue canonizada solo cuatro años después de su muerte, reconociendo su impacto en Europa.

San Camilo de Lelis: modelo en el encuentro con los enfermos, inspirador de nuestra misión.

San Camilo, nacido de una madre con profunda espiritualidad y un padre militar, tuvo una juventud tumultuosa que culminó en un fuerte compromiso con Dios. Su encuentro con los enfermos definió su misión de cuidar a quienes nadie atendía, llevando a la fundación de los “Camilos”. La cruz de su túnica simboliza su rol como esclavo-servicio de los enfermos, a quienes considera “Cristo Crucificado”. Su legado nos invita a ver a los enfermos como imágenes vivas de Jesús y como fuente de espiritualidad.

En este Día de Todos los Santos, damos gracias por el legado espiritual de nuestros Santos Protectores. Su vida es una luz que guía nuestro compromiso con los enfermos y necesitados, y su intercesión nos fortalece en nuestra misión de hospitalidad. Que su ejemplo siga iluminando nuestro camino y nos inspire a vivir con audacia y generosidad, en el amor de Cristo.

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