A todos los miembros de la

COMUNIDAD HOSPITALARIA

“Jesús ha nacido, pobre y humilde

en el Portal de Belén…

Contempladle y escuchadle

dentro de vuestros corazones…”

S. Benito Menni

 

 

 

Muy queridos todos:

¡Ha llegado, de nuevo, la Navidad!

Con la alegría y la esperanza que a todos nos envuelve en estas fiestas, quiero acercarme a todos vosotros: enfermos, colaboradores, voluntarios, familiares, bienhechores, hermanas, para desearos una FELIZ NAVIDAD y un nuevo año lleno de PAZ y HOSPITALIDAD.

Acogiendo la invitación de S. Benito Menni, de “contemplar y escuchar a Jesús, que nace pobre y humilde en el portal de Belén”, comparto con vosotros algunos sentimientos que me brotan del corazón, marcados por el reciente viaje a Togo y Burkina Faso (Africa), con ocasión de la celebración de los 50 años del Hospital de niños “Yendubé”, en Dapaong.

El encuentro con ese Jesús que, con su encarnación, “comparte con nosotros la debilidad humana” (Porta Fidei, 13) y que ha tomado muchos rostros a lo largo de estos días, con un realismo tal que “duele” por dentro, que toca las entrañas, que desafía nuestra hospitalidad a ir hacia los márgenes, en donde no “hay lugar para ellos”, tal como en Belén, tal como en tantas partes del mundo, en Europa como en Asia, en África como en América Latina.

La invitación a contemplarle y a escucharle en “sus vivas imágenes”, es una interpelación constante ante el misterio de ese Dios que “acampó entre nosotros” (Jn 1,14), revestido de pobreza y humildad. El verdadero espíritu de la Navidad es el de la esencialidad, el de la pobreza, la humildad, la pequeñez, la fragilidad… este es el verdadero espíritu de la Navidad que, tantas veces olvidamos y que necesitamos redescubrir, contemplando y escuchando, dentro de nuestro corazones, a Jesús que nace pobre y humilde.

Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de las hermanas y colaboradores que, con su entrega generosa gastan su vida en favor de la vida, a pesar de la carencia de medios; Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de los niños desnutridos, prematuros y enfermos que en su fragilidad se agarran a la vida; Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de los enfermos infectados con el virus del sida que anhelan esperanza, respeto, presencia; Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de los enfermos mentales que marginados, claman por la liberación de las cadenas de su enfermedad; Dios “nace pobre y humilde” en el rostro sufriente de las mujeres que victimas de dinámicas de muerte son continuamente engendradoras de vida; Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de los niños huérfanos que ansían un hogar y un corazón de madre;  Dios “nace pobre y humilde” en el rostro de los pobres que te regalan lo poco que tienen para vivir…  Dios “nace pobre y humilde” en tantos rostros que aguardan nuestra hospitalidad…

Os invito a acoger la invitación del P. Menni, contemplando y escuchando en vuestros corazones a ese Jesús que nace hoy en tantos “portales hospitalarios”, en vuestras familias, en nuestras sociedades…

Que en esta Navidad tengamos el valor de pararnos delante del Portal de Belén, para contemplar y escuchar a Jesús, que nace pobre y humilde… que esta contemplación limpie la mirada de nuestros corazones y nos permita descubrir a nuestro alrededor “sus vivas imágenes”… que esta contemplación “toque” nuestros corazones y nos haga compartir los dones de la Navidad con quienes están “al margen”… en nuestras familias, en nuestras relaciones de trabajo o de amistad, en nuestro servicio hospitalario, en nuestro compromiso eclesial o social.

Termino este mensaje enviando a todos los que formáis la COMUNIDAD HOSPITALARIA los mejores deseos de ALEGRIA y ESPERANZA. Alentados por la celebración del Dios que se hace uno de nosotros en Jesús en el Portal de Belén y en sus “vivas imágenes”. Que esto nos permita iniciar el nuevo año comprometidos con la misión de RECREAR LA HOSPITALIDAD.

En nombre de las hermanas del Gobierno general y en el mío propio, recibid nuestro saludo navideño que se hace bendición:

 

“Dios te bendiga y te guarde;

ilumine su rostro sobre ti y te sea propicio;

Dios te muestre su rostro

y te conceda la paz”

(cf. Num 6,23-26)

 

Anabela Carneiro

Superiora General

 

Roma, 21 de diciembre 2012.

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