El doctor Rui Albuquerque, director clínico del “Centro Psicogeriátrico Nossa Senhora de Fátima”, de Hermanas Hospitalarias en Cascais (Portugal), nos explica el impacto de la pandemia, del nuevo coronavirus, en las personas con reserva cognitiva limitada.
La pandemia del nuevo coronavirus (SARS-CoV-2) ha cambiado nuestra manera de vivir. Desde el miedo al contagio hasta el sufrimiento durante la enfermedad, pasando por el dolor del luto ante la pérdida de un ser querido, los efectos de la pandemia en la salud mental de la población general tendrán consecuencias que difieren, en muchos aspectos, de aquellas relacionadas directamente con la enfermedad provocada por el virus (COVID-19). El aislamiento social, la pérdida de ingresos, el desempleo o la sobrecarga de trabajo son algunos ejemplos del impacto de la pandemia que podrán comprometer indirectamente la salud mental de todos y cada uno de nosotros.
Salud mental frágil y vulnerabilidad
Como suele ocurrir en las situaciones de crisis que afectan a las sociedades, sea cual sea la naturaleza de las mismas, las personas con una salud mental más frágil pasan a estar en situación de vulnerabilidad. En el contexto de la actual pandemia, las personas con reserva cognitiva limitada no quedan excluidas de esta realidad. Forman parte de este grupo aquellos individuos con demencia, enfermedades cerebrovasculares, enfermedad de Parkinson, discapacidad intelectual y muchas otras anomalías cerebrales congénitas o adquiridas.
A lo largo de la vida o de la progresión de la enfermedad de estas personas, la existencia de psicopatologías se mantiene constante. Asimismo, las consecuencias de la pandemia podrán tener un impacto más significativo en su ya frágil salud mental. Las personas con demencia, por ejemplo, podrán tener problemas para comprender por qué no están recibiendo visitas de sus familiares en la institución donde residen; también podrán desarrollar la convicción de haber sido olvidadas y deprimirse. Por otro lado, el confinamiento en casa de un joven con discapacidad intelectual que solía acudir a un centro de educación especial todos los días y disfrutaba de actividades al aire libre podrá desarrollar una ansiedad difícil de controlar. Estos son apenas algunos ejemplos de las consecuencias indirectas de la pandemia; es decir, aquellas consecuencias que surgen de las medidas necesarias para la contención del virus.
Excluyendo a las personas que, por su edad o por la patología médica que padecen, forman parte de los denominados grupos de riesgo, existe una mayor probabilidad de que las personas con reserva cognitiva limitada sufran más consecuencias indirectas de la pandemia en su salud, especialmente a nivel mental, que consecuencias directas, como la infección por el nuevo coronavirus y el desarrollo del coronavirus. Por ello, las intervenciones en salud mental en este sector más vulnerable son fundamentales durante la actual pandemia.
Intervención técnica como eje central
El enfoque correcto para el tratamiento de un paciente con psicopatología debe seguir el modelo biopsicosocial con una intervención técnica como eje central, basada en una actitud empática, la comprensión de los síntomas y la contextualización sociofamiliar. Esta metodología presupone una consulta presencial con el paciente y, a veces, con la familia o el cuidador. Sin embargo, durante la pandemia, todo el sistema sanitario ha tenido que reestructurarse y, de alguna forma, ha pasado a ser menos accesible a nivel de tratamiento programado (como, por ejemplo, las consultas). Además, la población ha evitado acudir a los centros de salud por miedo al contagio.
Se recomienda que tanto los enfermos como los familiares o cuidadores se muestren atentos a los signos y síntomas que puedan reflejar gravedad y que no duden en contactar con los centros sanitarios. Por otro lado, es de esperar que el aislamiento social y el confinamiento provoquen la aparición de síntomas transitorios de ansiedad y depresión, que deberán entenderse como reactivos y ante los que debemos adoptar una actitud de observación, sin que exista la necesidad de intervención médica inmediata.
Es importante que recordemos que, durante la pandemia, el resto de los problemas de salud seguirá existiendo y necesitando tratamiento. No debemos olvidarnos de las personas más vulnerables a las consecuencias directas e indirectas de la pandemia; al contrario, debemos adoptar medidas proactivas en todo el sistema sanitario a fin de garantizar su correcta vigilancia clínica.
Autor: Dr. Rui Albuquerque. Licenciado en Medicina por la Facultad de Medicina de Lisboa. Especialista en psiquiatría. Director clínico del “Centro Psicogeriátrico Nossa Senhora de Fátima”, de Hermanas Hospitalarias en Cascais (Portugal), desde 2016