En este día especial, reflexionamos sobre las palabras: «Hasta entonces no habían entendido las escrituras». Nos sumergimos en la experiencia de Magdalena, Juan y Pedro al descubrir el sepulcro abierto y comprender que el Señor no está entre los muertos, sino que vive.

En muchas ocasiones nos podemos encontrar con estas situaciones, nuestros primeros momentos de discipulados, donde nos cuesta entender los signos de Dios. Pero como estos discípulos, podemos descubrir que el sufrimiento, la persecución, las mentiras, el dolor y la traición no eran más que pasos dolorosos hacia una vida plena. Esa es la promesa de Jesús.

En este contexto nos enfrentamos a la pregunta: ¿cómo podemos vivir la Pascua en un mundo donde los signos de muerte se multiplican? En esto podemos prestar atención las palabras del Papa Francisco, quien nos suele dar consejos sobre como luchar contra la cultura del descarte, para vivir en carne propia la alegría pascual:

“Muchas veces, una caricia dada desde el corazón hace más bien que unas monedas. En sociedades a menudo contaminadas por la cultura de la indiferencia y la cultura del descarte, como creyentes estamos llamados a ir contracorriente con la cultura de la ternura, es decir, de cuidar a los demás como Dios ha cuidado de mí, de nosotros, de ti, de cada uno de nosotros”

La Pascua de Resurrección nos llama a un mayor compromiso por la vida, a superar la indiferencia ante los desafíos que presenta la cultura de la muerte. La respuesta está en la hospitalidad, una puerta abierta a la vida, al respeto, a la tolerancia y a la acogida incondicional.

¡Que esta celebración nos inspire a ser agentes de esperanza y vida en nuestro mundo!

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