Una vida dedicada a la fe y la hospitalidad
“La guerra redujo nuestro centro a cenizas, pero como el Ave Fénix resurgimos y continuamos ayudando a los más necesitados”
Sor Clotilde, una de las hermanas pioneras de la misión en Liberia, nos cuenta su historia hospitalaria en África, marcada por el esfuerzo, la cooperación, la fe y la guerra.
Me llamo Sor Clotilde de María Elvira, nací en Madrid el año 1934 de padres profundamente cristianos. Siempre he pensado que después de Dios mi tía Leonor influyó bastante en mí, cuando nos escribía decía que “deseaba tener alguna sobrina que le siguiera a ella en la vida religiosa”. Al fin sentí que Dios me llamaba y tomé la decisión.
Inicio de la vida hospitalaria
Entré en la Congregación de Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús el año 1959 en Ciempozuelos, nuestra casa madre, allí realicé el postulantado y noviciado. En estos años de formación profundicé en el conocimiento de Jesús y nuestros fundadores y estuve en contacto con los enfermos mentales, lo que afianzó mi vocación y me enseñó lo que Dios pedía de mí; dar mi vida en el seguimiento de Jesús a ejemplo de nuestros Fundadores que lo arriesgaron todo por atender al pobre y necesitado.
Misiones en África
Después de un año de mi profesión perpetua, el año 1966 fui destinada a una nueva fundación en Liberia (África). A petición de Mrs. Antoinette Tubman la esposa del presidente de la nación, Mr. William Tubman. Destino que me causó sorpresa ya que nunca había soñado con misiones, pero que acogí como don y gracia de Dios. El 2 de diciembre fue el día señalado para nuestra partida desde el puerto de Liverpool. Sin embargo, nuestro viaje se retrasó. Dios en su Providencia tenía dispuesto que iniciáramos nuestro viaje el día 3, festividad de San Francisco Javier, patrón de las misiones.
Llegamos al Free Port de Monrovia el 11 de diciembre a primeras horas de la tarde. El orfanato contaba con unos cuarenta niños comprendidos en la edad de meses a quince años, entre los que se encontraba un pequeño grupo con minusvalías físicas causadas por la Polio. Su ubicación no estaba muy distante de la capital (Monrovia) pero si internado en el bosque, por lo que cuando llegamos me vino a la mente lo que dijo San Benito Menni a María Josefa y María Angustias a su llegada a la casita que les tenía preparada “Hijas mías, aquí es donde vais a vivir, despreocupadas de todo lo terreno y recogiditas”. RMA 105
El orfanato estaba subvencionado por el Gobierno pero la ayuda que recibíamos no era suficiente para la manutención de los niños. El centro carecía de provisiones para la alimentación de los niños, higiene, ropa y otros enseres necesarios para su funcionamiento por lo que comenzamos a dar a conocer nuestra misión y a conseguir algunas ayudas. Los supermercados nos ayudaban con pan y toda clase de alimentos de corta caducidad, otros almacenes con sacos de arroz y cajas de pescado, el alimento básico del país. Además, contábamos con el apoyo de la Congregación, en particular de nuestra Provincia Inglesa que estaba muy ilusionada con la apertura de nuestras primeras presencias en África.
También debíamos velar por la educación de los niños, contábamos con una maestra de educación primaria, pero los mayores no podían continuar sus estudios por lo que contactamos dos colegios católicos: St. Patrick, por los Hermanos de la Cruz para niños y Franciscan Missionaries of Mary (FMM) para niñas.
Sin embargo, nuestra labor no terminaba ahí, debíamos ayudar a los que sufrían minusvalías físicas ya que en el país no había médicos ortopédicos. Expusimos la necesidad al St. Mary’s Orthopedic Hospital en Londres que comenzó a hacerse cargo de las operaciones y tratamiento de los niños. La demanda seguía creciendo por lo que se incorporó a nuestro equipo un doctor ortopédico y empezamos a formar personal nativo en ortopedia y fisioterapia para que la rehabilitación de los niños fuera buena y pudieran ser reinsertados en la sociedad.
Continuamos trabajando en esta labor hasta los años ochenta cuando el Gobierno, por medio de la Seguridad Social, nos informó que había dos organizaciones interesadas en comenzar a trabajar en la zona: SOS Children Villages, para asistir a niños huérfanos, y Leonard Cheshire Homes para los niños deficientes mentales.
La vida del misionero también requiere dejar actividades que otros pueden cubrir y atender a otras obras sociales que no están cubiertas, por eso centramos nuestra labor en los deficientes físicos, ya que no existía ningún programa en el país para esta necesidad. Dios nos estaba llamando a esto, por lo que tras recibir el beneplácito de la Congregación, decidimos edificar un nuevo centro en una zona cercana a los hospitales donde los niños serian tratados y formamos a más personal de rehabilitación.
El gozo que sentíamos al ver el júbilo de los niños que jugaban en el jardín era inmenso, algunos de ellos hasta practicaban fútbol algo que era impensable meses antes. ¡Lo que se consiguió fue increíble!
El resurgir de la guerra
Esta época de tanta dicha se vio truncada con el inicio de los periodos de Guerra Civil del País 1989 -1996. El conflicto Civil nos afectó en extremo, nuestra área estaba siendo muy afectada y atacada por ambas partes. En estas circunstancias era difícil tomar una decisión, pero no podíamos continuar bajo ese peligro para los niños y nosotras. Por lo que, después de dejar a los niños en lugar seguro y bien atendidos, abandonamos la nación. Las noticias que nos llegaban eran terribles, recuerdo el gran dolor que sentimos al enterarnos que nuestro centro había sido muy dañado y que la residencia de la Comunidad estaba reducida a cenizas. Después de tantos años de trabajo nos encontramos ante la tesitura de qué hacer con miras al futuro de la misión en Liberia.
Como el Ave Fénix resurgimos de las cenizas, regresamos y continuamos con nuestra labor de rehabilitar cuerpos y espíritus en un momento en el que era más necesario que nunca. Las personas estaban muy afectadas y necesitaban el consuelo y la esperanza de la Hermana Hospitalaria.
Sin embargo, cuando todo parecía volver a su cauce, nuestra misión sufrió otro revés. En el año 2010, nuestro ortopédico sufrió un accidente que le impidió seguir en su puesto. Sin el doctor nuestra misión no podía continuar, por otro lado la polio estaba casi erradicada por lo que el centro se cerró a esta actividad.
A partir de este momento comienza una nueva etapa que continúa en la actualidad, destinada a la salud mental (Step Down), trabajando en la rehabilitación y reinserción de mujeres en la sociedad. La actividad más fuerte dentro del carisma de la hospitalidad.