Estamos caminando en el tiempo de Adviento, tiempo de esperanza y apertura al cambio. Tiempo para elaborar reflexión y «profecía». El profeta no es un adivino, ni alguien que pre-dice los acontecimientos futuros. El profeta se enfrenta a todo poderío personal y social, habla desde el «clamor de los pobres» y pretende que haya siempre justicia. Le preocupa el futuro de su pueblo, la situación sangrante de los pobres. Los profetas surgen en los momentos de crisis y de cambios para poder alcanzar una situación nueva, llena de libertad, justicia, solidaridad y paz.

La misión del profetismo cristiano es cuestionar los «sistemas» contrarios al Espíritu, defender a toda persona atropellada y promover la conversión hacia actitudes solidarias. La palabra profética le costó la vida a Juan Bautista. ¿Qué deberíamos hacer para ser todos un poco profetas?

II Domingo de Adviento

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