Este año el calendario ha querido que nos coincidan las Solemnidades Navideñas enmarcadas en torno al fin de semana. Pues así también vamos a concluir este tiempo de Navidad. Por un lado este sábado celebraremos la Fiesta de la Epifanía, mientras que el domingo celebraremos ya el Bautismo del Señor.
La fiesta de la Epifanía, prolongación de la Navidad, tiene en nuestra liturgia como protagonistas a unos magos de tierras extrañas que vienen a adorar al Mesías. Celebramos, en el Niño nacido de María, la manifestación de aquel que es el Hijo de Dios, el Mesías de los judíos y la luz de las naciones. Como los reyes magos se dejaron guiar por la luz de aquella estrella, nosotros nos dejamos conducir también para adorar y celebrar con gozo al niño Jesús.
La escena del bautismo de Jesús en el Jordán marca la transición del tiempo navideño al tiempo ordinario, dando inicio a la misión de Jesús con la confirmación oficial de su mesianismo. Del Niño recién nacido pasamos al Profeta y Maestro que nos ha enviado Dios y que va a iniciar su misión.