Tras la experiencia eclesial vivida en el Jubileo de la Vida Consagrada, bajo el lema “Peregrinos de esperanza. Por el camino de la paz”, continuamos este camino juntas en estos días de encuentro congregacional, dejándonos acompañar por el Señor en el camino de Emaús que hoy representa nuestra realidad como mujeres consagradas y como cuerpo congregacional.
Inspiradas por la experiencia carismática de los orígenes, somos invitadas a releer nuestro camino vocacional a la luz de la Palabra y de la Eucaristía, vivida y celebrada en el servicio cotidiano. En un clima de fraternidad, oración y discernimiento, nos disponemos a renovar su entrega desde la Hospitalidad, centro de la vida consagrada hospitalaria.
El encuentro se desarrolla en torno a tres ejes fundamentales:
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La relectura del proceso de la vida, como espacio de sabiduría y gratitud por las huellas de Dios que guían la historia personal y congregacional.
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La escucha asidua de la Palabra, fuente de conversión interior, renovación espiritual y fidelidad al carisma.
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La Eucaristía como fiesta y compromiso, signo del pan compartido que une a las hermanas en la misión sanadora de Jesús.
Guiadas por la Superiora General, Sor Idília María Carneiro, junto a hermanas como Sor Concepción Ochotorena y Sor Nicole Mayinga, las participantes de este evento viven días de profunda comunión y reflexión, buscando reavivar la esperanza que nace del amor misericordioso de Dios.
Como expresaba San Benito Menni:
“El Señor se complace en favorecer a las personas que sienten su pobreza, su miseria, su indignidad… porque todo su descanso está en Dios, Padre nuestro, que ha venido a buscar a los miserables, a las almas que se reconocen enfermas y lisiadas”.
Desde esta certeza, continuamos confiadas en la gracia del Señor, llamadas a servir, amar y mirar la vida con una mirada compasiva y contemplativa, para seguir siendo testigos de la misericordia y el amor de Dios en el mundo.