Cuidar la fragilidad es buscar la paz

img=hermanas-hospitalarias-españa-laicos-hospitalarios-web.jpg

En la Jornada Mundial por la Paz, la Iglesia nos invita a una reflexión profunda: la paz es una presencia que se cultiva día a día. Como Hermanas Hospitalarias, abrazamos el lema: «Cuidar la vida, especialmente la del más frágil, es construir la paz». Esta convicción no es solo un deseo, sino el núcleo de nuestra vocación: allí donde la salud se quiebra y la vida se vuelve pequeña, es donde la paz debe echar sus raíces más fuertes.

La paz de un «Dios sin defensas»

El Papa León XIV nos ofrece una imagen poderosa: la bondad es desarmante porque Dios mismo eligió hacerse niño. En el pesebre, Dios se manifiesta «sin defensas», y la humanidad descubre que solo puede sentirse amada si se arrodilla frente a ese Niño en brazos y lo cuida.

Esta es la imagen perfecta para nuestra misión hospitalaria. Al igual que los pastores en Belén, nuestra labor diaria consiste en inclinarnos ante la fragilidad. En cada persona con enfermedad mental, en cada anciano, en cada herida de la vulnerabilidad, podemos ver el rostro de un  «Dios sin defensas» que nos pide ser amado. Al cuidar esa fragilidad, desactivamos la violencia del olvido y la indiferencia. Cuidar es amar sin condiciones.

La paz es un susurro

El Papa nos recuerda que, mientras al mal se le grita «basta», a la paz se le susurra «para siempre». En un mundo marcado por lo efímero, la hospitalidad es un movimiento que se hace eterno. Nuestra vocación no es una respuesta de un momento, sino una unión por buscar y seguir la paz

San Agustín nos exhortaba: «Arda en vosotros lo que poseéis para encender a los demás». Para las Hermanas Hospitalarias, ese fuego es nuestra identidad. Si queremos llevar paz a quienes sufren, debemos ser las primeras en poseerla. Nuestra vida comunitaria y profesional busca ser una «casa de paz» donde el paciente no solo reciba técnica y ciencia, sino el «luminoso calor» de quien se sabe reconocido y amado.

La fragilidad como brújula

A menudo, la sociedad huye de las personas heridas porque cuestionan el rumbo de éxito y poder que el mundo ha tomado. Sin embargo, el mensaje pontificio es claro: la fragilidad nos hace más lúcidos. Nos ayuda a distinguir lo que permanece de lo que pasa.

Como Familia Hospitalaria, no evadimos el límite ni la herida. Al contrario, los convertimos en nuestro lugar de encuentro con Dios. Al unir nuestra vocación con el servicio profesional, demostramos que la paz es posible cuando:

  • Sustituimos el miedo por la confianza recíproca.
  • Reconocemos al «otro» no como una amenaza, sino como un hermano.
  • Transformamos nuestras manos en herramientas de justicia reparadora.

Nuestra respuesta al odio y a la guerra es seguir caminando hacia la periferia, convencidas de que cada gesto de cuidado hacia el más frágil es un ladrillo en la construcción de esa paz desarmada, humilde y perseverante que el mundo tanto necesita.

Porque cuidar la vida no es solo una tarea profesional; es nuestra forma de decirle a la paz: «quédate con nosotros para siempre».

Otras noticias

La Buena Noticia de la semana, 28 de diciembre de 2025

Las lecturas de este domingo nos invitan a velar y estar preparados para la llegada del Señor.

Palabra y Hospitalidad, del 28 al 31 de diciembre

El Evangelio comentado cada día con una aproximación al carisma de la Hospitalidad por Danilo Luis Farneda Calgaro.
Mensaje de Navidad de Sor Idilia, superiora general

Mensaje de Navidad de Sor Idilia, superiora general

Sor Idilia comparte una reflexión de esperanza, gratitud y hospitalidad desde el corazón del carisma hospitalario.