En nuestra comunidad, cada experiencia de vida consagrada refleja la fuerza transformadora del amor de Dios. La Hermana Gabrielle Lillon, desde Francia, comparte con nosotros su camino en el Juniorado Internacional y en nuestra Casa Madre, revelando cómo la gracia divina la guía para entregar su vida al Señor y servir a quienes más lo necesitan.
Soy la Hermana Gabrielle Lillon, soy francesa. Me siento muy agradecida y feliz con la experiencia del Juniorado Internacional y Josefinato, etapa significativa en mi camino de búsqueda apasionada de Dios, que me permite ahora entregar mi vida definitivamente al Señor en la vida consagrada hospitalaria y dejarme consagrar por él para amarle y servirle a los hermanos que sufren. Agradezco profundamente la llamada y la misericordia del corazón de Jesús porque su amor gratuito ha hecho y sigue haciendo maravillas en mi vida.
Especialmente en esta etapa formativa en nuestra Casa Madre, he experimentado concretamente que no solo él me amó y se entregó por mí, sino que hoy, mediante la oración con su palabra, los sacramentos, la vida fraterna, la formación y el servicio a los residentes, él está salvando mi corazón. Me está haciendo crecer en madurez, libertad interior y capacidad de amar. He descubierto que este amor compasivo de Cristo, Dios samaritano, es la fuente y meta de mi vida y el alcance de mi vocación.
Entonces yo quiero entregarle toda mi vida por amor, viviendo en fraternidad hospitalaria al servicio de la Iglesia, en favor de los más excluidos, las personas con enfermedad mental o discapacidad intelectual y física. También me encanta la vivencia de la comunidad intergeneracional e intercultural por la riqueza de compartir con mis hermanas que tienen mucha experiencia de vida hospitalaria y por la apertura a las formas distintas de pensar, estar y mirar de mis hermanas de otros continentes. Así saboreamos juntas el buen gusto de la hospitalidad.
Agradezco también mucho el servicio a las personas que sufren, la oración con ellas me pone a sus pies y me hace admirar mucho su valentía, paciencia, humildad y su unión con Dios en la vivencia y superación de su enfermedad o discapacidad. Experimento que purifica mi mirada, llevándome a contemplar la belleza y la dignidad del ser humano, hijo o hija de Dios pues es imagen de Jesucristo. Muchas gracias.