La Hna. Anna Kha, de la Viceprovincia de Vietnam, nos comparte cómo su tiempo de formación en la Casa Madre de la Congregación ha fortalecido su sentido de pertenencia y su llamado a vivir la Hospitalidad.
Inspirada por el ejemplo de las hermanas, colaboradores y pacientes, ha descubierto la alegría de servir con ternura, generosidad y compasión, reflejando el rostro materno de la misericordia de Dios.
Soy Anna Kha, soy de la Viceprovincia de Vietnam.
Doy gracias a la Congregación por la oportunidad de hacer la formación antes de mi profesión perpetua en la casa madre de la Congregación donde he podido contemplar de manera especial la riqueza espiritual que nos han dejado nuestros fundadores y he rezado mucho por su intercesión por todas nosotras.
Me siento agradecida por la acogida y apoyo que he recibido en la etapa formativa de las hermanas y colaboradores de la Provincia de España – la cuna de la Hospitalidad. Aquí he podido ver el valor de la Hospitalidad reflejado en la vida de cada hermana, paciente, voluntario y trabajador. Ellos han sido grandes testigos de la caridad hospitalaria para mí.
Doy gracias a todos los que me han transmitido la alegría del seguimiento a Jesús con fidelidad y perseverancia, los que me han acogido y enseñado a servir a los enfermos con compasión, cariñoso, respeto, dedicación y creatividad. Este tiempo ha sido exigente, pero a la vez lleno de gracia y de experiencias transformadoras que me han hecho crecer en el sentido de pertenencia a la Congregación; lo he vivido con mucha alegría, gran ilusión y agradecimiento.
El día 8 de agosto hice la Profesión perpetua junto con otras hermanas entregando mi vida totalmente y para siempre a Dios para servirle a El y a los hermanos que sufren. Me siento llamada dentro de mí, a ser testigo del rostro materno de la misericordia de Dios a través de gestos y actitudes de entrega generosa, ternura, amabilidad, respeto, consuelo, fe y escucha al estilo de Jesús Divino Samaritano en el servicio a las personas con enfermedad mental, discapacidad intelectual y física, con preferencia pobres. Este día fue muy especial y conmovedor para mí y quiero pedir que me ayudéis a dar gracias a Dios por el don de la vocación hospitalaria.
Me confío a María, la Primera Hospitalaria, para que su Si me guíe en la entrega a Dios y el cuidado de nuestros hermanos enfermos con ternura, generosidad y misericordia en cualquier rincón del mundo.