El Centro de Hermanas Hospitalarias, ubicado en Albese (Italia) está en el corazón de la región de Lombardía y ha sido golpeado fuertemente por la epidemia. Aquí está la historia de las experiencias en tiempos de COVID-19 de tres Coordinadoras de enfermería del Centro: Federica Rompani, Fausta Sacchi y Samantha De Boni.
Cuando comenzó la emergencia del covid-19 nos vimos en la necesidad de reorganizar nuestro trabajo y al personal asistencial del centro. Es parte de nuestro trabajo encontrar respuestas a diversas situaciones, pero la rapidez con que se desarrolló y evolucionó la situación de contagio nos obligó a organizar acciones igualmente rápidas, que tenían como objetivo el bienestar de los huéspedes y colaboradores. Ahora ya estamos en la segunda fase que ciertamente requiere menos velocidad, pero que no es menos difícil para la reorganización de las actividades de cada departamento, considerando los procedimientos de protección que todos deben adoptar.
Siempre ha prevalecido el trabajo en equipo
Una de las partes más difíciles fue integrar nuestro sentimiento personal, de no poder controlar una situación desconocida y dramática, un sentimiento que a veces se convirtió en impotencia. Pero siempre ha prevalecido el trabajo en equipo, bien dirigido por nuestro Jefe del Servicio de Enfermería, Dr. Fumagalli, lo que nos permitió enfrentar la situación con calma y racionalidad, en particular la rápida capacitación de los profesionales sobre el uso de los equipos de protección. También nos comprometimos a brindarles el apoyo psicológico necesario, para que todos pudiéramos actuar con una mayor seguridad y gestionar mejor la situación de acuerdo con las indicaciones de las instituciones del país, lamentablemente a veces contradictorias.
Nuestras expectativas para los próximos meses es que hayamos aprendido a relacionarnos correctamente, entre profesionales y entre profesionales y usuarios. De todo este “dolor” aprenderemos a dar el verdadero valor de las cosas en la vida y la importancia de nuestro trabajo. Será un retorno a una “normalidad” revisada, corregida por lo experimentado y vivido.
Durante los meses en que la crisis estuvo en su punto fuerte, sentimos verdadera tormenta de emociones que todavía tratamos de identificar.
- Impotencia e ira, en la fase inicial, por la muerte de algunos usuarios. Tristeza y pena por no poder ofrecer a los familiares la oportunidad de estar físicamente cerca de sus seres queridos, en la etapa final de la vida. Y, aún más doloroso, la imposibilidad de celebrar su funeral.
- Agradecimiento mutuo entre todos los profesionales del centro… Porque sentimos que nos estábamos apoyando mutuamente con acciones concretas y generosas. Y también hubo muchos signos de cercanía desde el exterior: ¡uno para todos, los huevos de chocolate que fueron donados por una empresa local para la Pascua!
- Admiración por la gran prueba de responsabilidad de todos los profesionales del centro, que han realizado turnos prolongados para compensar la ausencia de colegas debido a la enfermedad. Todos hicieron todo lo posible para garantizar que los usuarios recibieran asistencia, tanto los afectados por la enfermedad como los no infectados. Fue una gran emoción ver a nuestros compañeros comenzar su turno con una actitud evidente de determinación, listos para aceptar las variaciones de trabajo que los coordinadores preparamos de acuerdo con las situaciones de los departamentos.
Si quieres conocer más «historias con corazón» no te pierdas nuestro próximo número del boletín «CONTIGO», que publicaremos a lo largo del mes de julio, donde podrás encontrar historias sobre el COVID-19 que han ocurrido en todos los continentes donde está presente la Obra Hospitalaria.