Participes del espíritu de Hospitalidad de S. Juan de Dios, celebramos con alegría la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2015 a la Orden Hospitalaria.
Mensaje de la Superiora general al Superior general de los Hermanos de San Juan de Dios
Estimado Hermano en Jesús y en la Hospitalidad,
Participes del espíritu de Hospitalidad de S. Juan de Dios, celebramos con alegría la concesión del Premio Princesa de Asturias de la Concordia 2015 a la Orden Hospitalaria, en reconocimiento por “la labor en la lucha contra el ébola, pero también por el servicio asistencial durante más de 500 años y su lucha en favor de los más desfavorecidos”.
A lo largo de todos estos años, la Orden Hospitalaria, en sus hermanos y colaboradores, ha permanecido fiel al don regalado por Dios en su Fundador, S. Juan de Dios, ese don de un amor samaritano que no pasa de largo ante la realidad del sufrimiento humano, incluso cuando ese “no pasar de largo” implica el “dar la vida”.
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Recordamos de forma especial vuestro compromiso en la lucha contra la epidemia del ébola, declarada en varios países de África en 2014, en la que se vieron directamente afectados los hospitales de Lunsar (Sierra Leona) y Monrovia (Liberia). El compromiso de permanecer hasta el final al lado del enfermo costó la vida a 18 hermanos y colaboradores entre los que recordamos los Hermanos Miguel Pajares y Manuel García Viejo.
Que este premio a la Orden Hospitalaria y a quienes participamos en el mismo carisma de hospitalidad, nos comprometa a vivir hoy los valores de la humanización, la solidaridad y el apoyo a las personas más necesitadas; a trabajar por defender la dignidad y derechos humanos, especialmente los de los enfermos.
Alabamos al Señor, dador de toda gracia, porque nos hace partícipes de su hospitalidad y nos invita a vivir la belleza de nuestra “vocación de caridad” (S. Benito Menni, C. 7), con gozo, esperanza y dedicación incondicional a las personas enfermas, pobre y vulnerables.
En unión con las hermanas del Gobierno general, te envío mi saludo y la certeza de mi comunión fraterna.
Anabela Carneiro, Superiora general