Buenos días.
Hemos comenzado la Semana Santa.
Con la celebración de “La Cena del Señor” comenzamos el Triduo Sacro, que es el centro del Año litúrgico, puesto que en torno a él gira la conmemoración de los misterios de Jesucristo.
El Jueves Santo sintetiza la fe de la comunidad cristiana. Es día de intimidad, de oración, de compromiso fraterno, de alianza, de amor. Tenemos motivo para la alegría: vamos a hacer memoria de lo que hizo Jesús en la Última Cena, «la noche en que iba a ser entregado».
Las lecturas giran en torno a la celebración de la Cena Pascual que realizaban los judíos, misma que también celebró Jesús, a la que le dio un nuevo sentido, tal como lo narra San Juan en su evangelio y nos lo recuerda San Pablo. La Pascua (paso) se extiende a lo largo de la historia de la salvación en tres acontecimientos concretos: La Pascua del antiguo pueblo de Israel (1a lectura), La Pascua de Cristo (Evangelio) y nuestra propia Pascua, la de la Iglesia (2a lectura).
Jesús, nuestro Maestro y Señor, ha sido detenido, torturado y condenado a muerte. Su amor sin reservas, su anuncio de un Dios que es Padre y que ama de un modo especial a los pecadores, su invitación a transformar el corazón y la vida, su lucha contra todo lo que oprime a las personas, lo han conducido hasta aquí. Los poderes civiles y religiosos de su tiempo no han soportado su forma de hablar y vivir. Sus amigos le han dejado solo.
Nosotros, hoy, hemos acompañado a Jesús en su camino hacia la cruz. No somos mejores que los que lo condenaron. Ni somos mejores que los que lo abandonaron. Como los apóstoles y los discípulos, somos débiles y pecadores. Pero como ellos también, y gracias a su testimonio, nosotros hemos creído que de aquella cruz nace la vida. La única verdadera vida.
Desde los sufrimientos del Siervo de Yahvé, relatados por la primera lectura, hasta el relato de la Pasión de Cristo, narrada por San Juan, nos recuerdan que la historia de nuestra salvación ha pasado por la prueba más grande de amor que Dios Padre nos ha dado, al enviarnos a su Hijo. Con su muerte y resurrección Cristo nos ha salvado
Este es un día de fiesta. Cristo ha resucitado y esta es la victoria que solemnemente celebramos con toda la Iglesia. Cristo está vivo!
Este es el Domingo de Pascua de la Resurrección del Señor, una celebración revestida de una alegría inmensa, provocada por nuestra esperanza en la vida eterna: si por medio del bautismo hemos muerto con Cristo al pecado, sabemos que también resucitaremos con Él.
Todas las lecturas se hacen eco de la buena noticia de Pascua: “Éste es el día en que actuó el Señor”. El evangelio nos traslada a la entrada del sepulcro vacío para que, con el discípulo amado, veamos y creamos. En este mismo sentido, la carta a los Colosenses exhorta a vivir unidos a Cristo resucitado; él es fuente de nuestra vida y razón de nuestro testimonio, como refleja el discurso de Pedro en la primera lectura del libro de Hechos de los Apóstoles.
Con música sabe mejor…