El día 21 del mes de junio, hace 137 años que María Josefa Recio y María Angustias Giménez salieron de Granada camino de Ciempozuelos para fundar la Congregación.
Con gran generosidad y confianza se pusieron en las manos de Dios a través de las insinuaciones que les hace el P. Menni:
“Hijas mías, si queréis, podéis venir (a Ciempozuelos). Lo he pensado todo… y creédmelo, vuestro deseo es la voluntad de Dios. Si a vosotras os parece bien, en Ciempozuelos podría proporcionaros una casita en la que vivir recogidas, abstraídas de todo lo del mundo… Yo os daría trabajo para vuestro sustento. No os puedo dar otra cosa”.
Muy pocas cartas habrán causado más felicidad que la que María Josefa y María Angustias sintieron al recibir ésta. Contestan a vuelta de correo:
«Nosotras, Padre, aunque pobres y miserables, sólo queremos abandonarnos en sus manos, para que Dios haga de nosotras lo que quiera. Estamos decididas a sufrir lo que haga falta».
Con el alma en vilo y el corazón en un puño, las dos granadinas lo disponen todo para salir hacia Madrid. La noche del 20 al 21 de junio fue un duermevela, hasta las 2 de la madrugada, hora a la que habían quedado citadas. Salen de puntillas, sin hacer el menor ruido, sin luz, medio ahogadas por la emoción y prácticamente a escondidas se encaminan, en silencio, apresuradas, por las calles silenciosas apenas alumbradas por farolas.
Seguimos caminando
Como entonces a las Fundadoras, a nosotros nos toca refundar, reestructurar esta etapa de la hospitalidad. Hoy, la Congregación se siente nuevamente llamada a salir, a caminar.
Estamos seguras que como María inspiró y acompañó a las Primeras Hermanas en la Fundación, también nos acompaña en el camino que la Congregación está haciendo para “anunciar la Buena Noticia de la Hospitalidad».