El Complejo Hospitalario San Luis, de Palencia, cuenta con la única unidad de España que trata a personas con discapacidad intelectual y graves trastornos de comportamiento, «una unidad milagro» por los resultados obtenidos y un ejemplo de colaboración público-privada.
Fue bautizada como «Unidad de la Rosa», en abril de 2010, y hoy es «una unidad de referencia en España» que atiende a usuarios llegados desde muchos sitios, según ha manifestado a EFE el director gerente del Complejo Hospitalario palentino, Rubén de la Fuente.
El director del Complejo, fundado por San Benito Menni y perteneciente a la Congregación de Hermanas Hospitalarias, describe La Rosa como «una unidad muy especial porque parte de un planteamiento conceptual que hasta ahora no existía en Castilla y León».
De hecho, la unidad está dirigida a personas con discapacidad intelectual o enfermedad mental y graves alteraciones de conducta que no encajan en ninguno de los dispositivos establecidos por los Servicios Sociales actuales, y está ofreciendo «muy buenos resultados terapéuticos».
«Son personas con trastornos muy graves del comportamiento, que entran en el ámbito de lo social y de lo sanitario, y que no cumplían los criterios de admisión de la mayoría de los dispositivos, por lo que se pasaban la vida dando vueltas por centros de todo tipo, sin encajar en ninguno», ha precisado.
De ahí surgió la necesidad de inventar «La Rosa», «una unidad de referencia a nivel nacional», que además se ha convertido en un excelente ejemplo de lo que debe ser la colaboración publica-privada, «porque lo público y lo privado se han unido para dar respuesta a un problema que estaba patente».
En esta caso, la Junta de Castilla y León, que financió parte de las obras, deriva a los usuarios al San Luis, que se hace cargo de su tratamiento.
En ella se han atendido ya a 31 personas y se han conseguido importantes resultados rehabilitadores, ya que se ha logrado la reinserción de 23 usuarios a las unidades o centros de referencia y en algunos casos a sus domicilios, explica el director Médico, Carlos Martín Lorenzo.
«Son unidades milagro, que consiguen efectos increíbles», agrega.
El éxito de esa unidad se basa en su carácter temporal, la estancia media son seis meses, y en el tratamiento integral del problema de conducta desde el punto de vista social y sanitario, independientemente de su discapacidad o enfermedad mental.
«No se trabaja la enfermedad mental ni la discapacidad, sino el problema de conducta y una vez solucionado se remite al usuario a su centro de origen o a su casa», ha aclarado el director gerente del Hospital San Luis.
Además «la Unidad de La Rosa» se ha planteado como un módulo de convivencia, con capacidad para nueve residentes, la mayoría jóvenes con una media de 32 años, en el que se trata de que los usuarios se sientan «como en su casa, se sientan cómodos y protegidos», señala Carlos Martín.
De hecho este tipo de unidades está sirviendo para definir un nuevo modelo para la atención de las personas con discapacidad basado en «unidades pequeñas y muy específicas en función de las necesidades del usuario», puntualiza de La Fuente, convencido de que «deben ser los centros los que se adapten a las necesidades de las personas y no al revés».
La otra razón del éxito de La Rosa, está en las terapias que se usan y que están basadas en el control conductual, con el apoyo de médicos, psicólogos, enfermeros, -hasta una media de 1,4 profesionales por residente-.
«Se cuida mucho el trato humano, la relación afectiva para que la terapia no sea fría», afirma Emilio Negro, director de Enfermería, porque «las actividades que se desarrollan aquí buscan la reinserción, en el menor tiempo posible, al entorno habitual del que proceden».
Para ello se realizan actividades de la vida cotidiana, como el mantenimiento de la habitación o el mantenimiento del comedor, el aseo personal, la relación con otras personas, programas de tiempo libre, deportes y salidas terapéuticas que se mezclan con técnicas mas novedosas como la arte terapia o la terapia con perros.
El objetivo es que los usuarios «aprendan a manejar sus síntomas», normalicen la alteración que tengan, y acaben haciendo las cosas con la mayor autonomía posible.