En preparación para nuestro Capítulo General, os presentamos a la hermana Maria Nguyễn Thị Thúy Phượng, secretaria de la Viceprovincia de Vietnam, que nos cuenta su historia vocacional y sus deseos para este acontecimiento tan importante para nuestra Congregación.

¿Podría compartir con nosotros su historia personal y cómo llegó a ser una hermana hospitalaria?

Soy Maria Nguyễn Thị Thúy Phượng, soy la tercera hija de una familia con siete hijos. Recibí de mi familia una cultural de católica, sencillez y acogida. Desde pequeña vivía como las demás niñas de mi edad; cuando tenía 6 años, me llevó mi abuelo al párroco para matricularme en la primera etapa de la catequesis. Empecé a descubrir conscientemente las virtudes como la caridad, el respeto, el buen trato, gestos sencillos de ayuda con los pobres y las personas ancianas. Muchas veces soñé con el de Corazón de Jesús y la Virgen María… Deseaba en un sueño llevar la esperanza a los más pobres que sufren y acogerlos en una casa de caridad donde se podrían cuidar y proteger. No había pensado nunca ser religiosa; pero un día una hermana de las salesianas, me dijo que cuando fuese una monja, podría cuidar y proteger a los pobres y los más necesitados. 

Esta idea me venía constantemente, y cuando terminé los estudios de secundaria decidí entrar en una Congregación para ser religiosa. 

Entonces manifesté este deseo a mi madre y me ayudó a buscar a las hermanas hospitalarias con mucho tiempo, porque las otras Congregaciones le dijeron que era aún pequeña para vivir en el convento. En aquel tiempo, tenía 14 años. Me dijeron que tenía que esperar. Sin embargo, yo quería hacer una experiencia con religiosas. Gracias a mi mamá que intentó otra vez buscarme una Congregación y encontró la comunidad hospitalaria de Nuestra Señora de La Vang (Hố Nai). Me acogieron las hermanas con cariño. Estuve un tiempo con ellas discerniendo mi vocación. De ahí pasé a ser aspirante-postulante, luego novicia. Hice la primera profesión y después de unos años de votos temporales hice la profesión perpetua (toma del anillo) en la Casa San Benito Menni (Chu Hai), la Sede de la Viceprovincia actual. 

¿Cómo describiría el carisma hospitalario en una frase?

Es difícil describirlo en una sola frase. En nuestras constituciones leemos que la expresión del carisma es nuestro nombre: Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús 

Para mí, el carisma hospitalario es un don del Espíritu a la Iglesia que nos configura con el Cristo compasivo y misericordioso del Evangelio y nos envía a ser testigos de que Él permanece vivo en el mundo. 

¿Podría compartir una experiencia o historia en la que haya sido testigo de cómo alguien de la familia hospitalaria, a través de su trabajo y su presencia, ha sido un signo profético de esperanza y ha mostrado la cercanía de Dios a aquellos que sufren?

“El Poderoso ha hecho obras grandes por mí, su nombre es santo” (Lc 1,49). Al reflexionar esta Palabra, he experimentado muchas cosas que Dios ha querido expresar a lo largo de mi vida consagrada. Comparto la experiencia concreta que más me ha impactado en el tiempo de COVID.

Había mucha gente sufriendo por no haber podido a salir a cuidar directamente a sus seres queridos. A los afectados les faltaba el alimento y la higiene. Además, había unas personas deprimidas, dudaban de su fe… Me planteé qué podía hacer yo por ellos, para aliviarles su situación. Desde la Palabra hice una reflexión diaria del Evangelio con una imagen correspondiente y mandé a un grupo grande de Zalo y de Facebook. Recibí mucha positividad de ellos, era como una forma de compartir el sufrimiento de Jesús en la humanidad doliente por el COVID. Me llamaron y pidieron la oración por su padre o su madre… Con mi oración y mi fe estuve unida a ellos espiritualmente en la distancia y así, con esto intenté mostrarles la cercanía de Dios. Ellos me mostraron agradecimiento.

También me fui a ayudar a una familia en la que la madre ya, mayor y la hija, estaban contagiadas por el COVID, aisladas en una casa, desnutridas porque no tenían fuerza ni para cocinar, estaban próximas a la muerte. Cada día les preparaba una comida de mucha calidad y con mucho amor y se la llevaba con las medicinas y después de unos días mejoraron la salud, superaron el COVID, y con gran contento, me agradecieron a mí y a la Congregación. Ahora son unas bienhechoras de nuestra comunidad. 

Pienso que ha sido como un signo profético de esperanza con el que he podido mostrar la cercanía de Dios a aquellos que sufren a través de las sencillas acciones. Cuando he vivido con la confianza en Dios y experimentado su amor, he amado a las personas y así, con este don puedo trasmitir y compartir con gratitud el deseo de transformar a este mundo en una tierra mejor, llena de amor hospitalario. Aunque son pequeñas cosas de la vida cotidiana, intento servir con un gran amor y caridad a los que atiendo. 

¿Cómo describiría el impacto que ha tenido en las comunidades a las que ha servido?

Las hermanas, chicos/as, enfermos/as o colaboradoras a quienes he tenido la oportunidad de ofrecer algún servicio, cuidado; como otras personas que han contactado conmigo he sentido que me han vivido cercana, alegre y han confiado en mí.

Mi servicio actual es bastante variado; por un lado, como secretaria de la Viceprovincia de Vietnam ofreciendo todo el apoyo al Gobierno de la misma. Otra de mis tareas es ejercer de profesora de las chicas del internado. Un día a la semana, cada viernes, cuido de los niños discapacitados durante la noche. Considero mi servicio tranquilo, sereno y a la vez entretenido. Mi actitud es de disponibilidad a lo que se me pide, por ejemplo, dedicar tiempo a escuchar, compartir y ayudar en pequeños detalles con el amor sin condición… Al final de la jornada me siento bien por haber hecho el bien.

¿Cuál es su deseo para el próximo Capítulo General? 

Deseo que XXII Capítulo General sea “lugar privilegiado” donde Dios nos manifiesta su voluntad para el próximo sexenio. Que las hermanas capitulares, en su actuar y en la toma de decisiones, se dejen tocar por Su misericordia y sean portadoras de esperanza para toda la Congregación. 

Me atrevo a decir una palabra, que actúen con audacia, teniendo en cuenta los signos de los tiempos, los lugares, el momento que nos toca vivir: No tener miedo de tomar decisiones. Poner todo en las manos de Dios-Trinidad con la certeza que el futuro está en Sus manos.

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