El mosaico dedicado a San Benito Menni, en el atrio del Centro San Benito Menni del Hospital de la Isla Tiberina ha sido realizado por el ilustre Maestro Marko Ivan Rupnik y el grupo de artistas que con él colaboran. El Maestro Rupnik, teólogo jesuita, es Consultor del Pontificio Consejo para la Cultura y Director del Taller de Centro Aletti de Roma. Ha realizado obras famosas en toda Europa como los mosaicos de la Capilla “Redemptoris Mater” en el Vaticano.
El mosaico no es una obra individual sino el fruto de un arte coral, que expresa el sentido comunitario y la dimensión eclesial de quienes participan. Es una expresión artística especial porque en su elaboración se utilizan materiales provenientes de distintas partes del mundo que se armonizan en una obra acabada, sinfónica y armónica, como si la obra creada adquiriese rostro. Estas piedras que hasta hace poco eran inanimadas, ahora unidas forman el rostro de Cristo, el rostro de San Benito Menni y el rostro del milagro.
Ante esta obra extraordinaria nos sentimos partícipes de la escena que ilustra y narra el “milagro del ciego”, una narración en la que el artista ha incluido también a San Benito, religioso de la Orden Hospitalaria (Fatebenefratelli). En este milagro los Santos Padres de la Iglesia han visto una suerte de nueva creación: así como Dios creó el hombre con polvo de la tierra y sopló en sus narices un aliento de vida, de la misma forma Cristo curó al ciego mezclando tierra y saliva, es decir de su esencia personal.
Al principio el ciego no recobró totalmente la vista porque todavía le faltaba el “ojo” espiritual: después del pecado el hombre no tiene ya capacidad de ver las cosas espiritualmente, es decir de ver la relación que hay entre la vida humana y Dios. Este detalle particular del milagro es importante: los que llegan a nuestro Hospital invocan la ayuda del Señor para que les devuelva la salud, aunque no siempre es posible recobrarla. Entonces es muy importante descubrir que nos está diciendo Dios a través de la enfermedad, qué significado tiene para la propia vida y esto sólo se puede entender a través del ojo espiritual.
Es muy importante también la imagen de San Benito Menni, que con la mano muestra el costado abierto de Cristo: ésta es la verdadera fuente de la salud, es Dios que se pone en nuestras manos para convencernos de su amor, para decirnos que no existe ninguna situación tan dramática en la que Él no pueda llegar hasta nosotros.
El lo que se refiere al simbolismo iconográfico del mosaico, hay que tener presentes también los siguientes elementos.
– el ciego tiene el barro en sus manos
– Jesús tiene en sus manos un rótulo abierto pero vacío.
Notamos como es el ciego el que tiene en sus manos el barro que Cristo ha preparado lo que significa su participación activa en la intervención de Cristo; es decir, una participación activa en la Redención. Se puede estar enfermo pero salvado por estar unido a Dios y se puede estar sano y no poseer la vida eterna. Dios se envuelve en todo el drama humano para que el hombre no se sienta solo y si el hombre colabora con Él tendrá siempre una mirada espiritual.
El rótulo vacío en las manos de Jesús recuerda una antigua tradición iconográfica. Hay muchas representaciones de Jesús con un rótulo en la mano. Según el valor simbólico de la representación, el rótulo puede estar cerrado o abierto. Cuando está cerrado representa a Jesús como Señor. Cuando está abierto simboliza a Jesús con el libro de la vida. El rótulo abierto es generalmente blanco, es decir sin escritura, para significar que Jesús no tiene un registro de las culpas de la humanidad. En el caso de nuestro mosaico, el rótulo blanco remite al texto evangélico del ciego de nacimiento, y en particular, a la pregunta de los discípulos: «Rabí, ¿quién pecó, éste o sus padres, para que naciera ciego?». Jesús respondió: «Ni éste pecó, ni sus padres; sino que está ciego para que las obras de Dios se manifiesten en él.» (Jn 9, 1-41).
Hno. Benigno Ramos
Superior del Hospital de la Isla Tiberina