¿Sabías que algunas personas cercanas a nuestra Institución, desde su compromiso de fe y asumiendo su vocación de laicos en la Iglesia, quieren vivir el carisma…
… la espiritualidad y la misión hospitalaria al estilo de nuestros fundadores? Descubre cómo se desarrolla este movimiento en la Provincia de América Latina.
Mi nombre es Angélica Flores, Hermana Hospitalaria del Sagrado Corazón de Jesús. Actualmente soy la Segunda Consejera provincial de la Provincia de América Latina. Desde hace muchos años siento que Dios me llama a vivir la vocación hospitalaria reconociendo, aceptando, asumiendo y viviendo con otros el don de la hospitalidad, que muchos laicos han recibido. Estoy convencida de que laicos y hermanas tenemos que beber del mismo pozo y, juntos, practicar la hospitalidad con un nuevo rostro.
Desde que iniciamos el proceso de reestructuración en América Latina, detectamos la necesidad de impulsar el proceso de formación del “discipulado hospitalario” (nombre con el que denominamos el movimiento de Laicos Hospitalarios en nuestra Provincia), invitando a colaboradores, voluntarios, bienhechores y otros a “formar parte de una asociación inspirada y animada en el espíritu de la Congregación” (Cf. XIX Cap. Gen. N°26).
En enero del año 2010, desde la Comisión de Pastoral Juvenil Vocacional de la Ex – Viceprovincia de Argentina, decidimos iniciar la elaboración de un itinerario de formación para el “discipulado hospitalario”. Elegimos este nombre siguiendo la invitación que desde la Iglesia de América Latina, concretamente desde la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe “APARECIDA”, se nos hacía a ser discípulos misioneros.
Al aceptar esta invitación de la Iglesia, tomamos conciencia de que no somos los primeros en hacer este camino y esperamos no ser los últimos. Así, el 21 de junio de ese mismo año comenzamos este movimiento laical, siguiendo el coraje de nuestras fundadoras y soñando con que el discipulado en América Latina fuese una ramificación del árbol frondoso de la hospitalidad; sentimos que el carisma hospitalario es un regalo de Dios a la Iglesia y debe ser compartido.