Dios nos llama a trabajar en su viña. O lo que es lo mismo, a colaborar con Él en una obra muy personal y amada, en una obra en la que Él ha puesto su corazón. Somos jornaleros de un campo en el que Dios planta su semilla y de unas vides que tienen que dar su mejor fruto. Dios paga con generosidad a todo el que responde a su llamada y nos llama a revisar y contrastar cómo andamos nosotros de respuesta y generosidad.
Y en este marco celebramos la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado, que este año lleva por lema “Libres para elegir si migrar o quedarse”. El Papa Francisco nos invita a preguntarnos qué podemos hacer para que todas las personas tengan acceso a un desarrollo humano integral, con la posibilidad de vivir en paz y dignidad en el propio país.