Llegamos al Quinto Domingo de Cuaresma: cercana ya la fiesta de Pascua, la celebración litúrgica es una invitación gozosa a reflexionar sobre el misterio de nuestra vida hecho fecunda por Cristo.
La carta a los Hebreos nos habla de sus «gritos y lágrimas» ante la certeza de su muerte. El evangelio nos recuerda otro momento de «crisis» de Jesús ante la «hora» dramática que ve acercarse, aunque triunfa su voluntad de obediencia al plan salvador de Dios, con la hermosa imagen del grano de trigo que, para dar fruto, tiene que enterrarse y morir. El grano de trigo muere, pero después se multiplica en nuevas formas de vida.
Celebramos, también, en este domingo, y con el lema «Padre, envíanos pastores», el Día del Seminario. Una Jornada en la que, por un lado, tengamos especialmente presentes a aquellos que se preparan para el sacerdocio y, por otro, pedir por las vocaciones sacerdotales. Los sacerdotes son aquellos que, con su entrega generosa, «como el grano de trigo que muere para dar fruto», hacen presente a Cristo buen pastor a través del ministerio sacerdotal vivido en el amor y el servicio a los hombres hasta dar la vida encontrando en ello el sentido más absoluto para su existencia.
Demos gracias a Dios por el don de la vocación sacerdotal y pidámosle que, creando en nosotros un corazón puro, vivamos la alegría de la salvación que es hacer siempre en nuestra vida la voluntad de Dios.
¡FELIZ SEMANA DE CUARESMA!