Seguimos avanzando en este tiempo Litúrgico y llegamos al tercer Domingo de Adviento, llamado también “domingo de gaudete”, o de la alegría, por la primera palabra del introito de la Misa: Gaudete, es decir, regocíjense. Isaías y San Pablo son testigos de ese gozo en las lecturas que se nos proponen.
La venida del Señor tiene sus precursores, mensajeros que van por delante allanándole el camino. Ésa fue la tarea de los profetas en el Antiguo Testamento, pregoneros de la Buena Noticia de la salvación para los pobres, como podremos descubrir en el libro de Isaías. Y ésa fue la misión de Juan Bautista, el último de ellos, cuya presencia en medio de Israel hace presentir ya próxima la llegada de Cristo. A este testimonio que nos llega por medio del evangelista Juan se unen el salmo y la primera carta a los Tesalonicenses que nos invitan a vivir este anuncio del Adviento con profundo sentimiento de alegría.
El motivo de esta alegría es muy profundo: Dios está cerca, viene a nuestra vida a cumplir sus promesas de salvación, Así que con ese gozo desbordante, prosigamos nuestra preparación en este Adviento.