“Nuestro deseo no es otro sino el que cuanto se haga, esté inspirado por el Divino Espíritu, del cual desciende todo bien y sin cuyo Divino Soplo, no hay cosa sobrenatural en nosotros, ni tenemos luz para guiarnos a la vida eterna… Debemos duplicar nuestros gemidos invocando a este Divino Consolador.” San Benito Menni. (c.229)