Os presentamos a Rosa Vargas Soliz, cocinera hace 28 años de la comunidad Terapéutica Puntiti, Bolivia.
¿Cómo llegaste a conocer a Hermanas Hospitalarias?
Cuando la construcción de Puntiti estaba finalizada, estaban buscando personas que limpien los restantes de la pintura y aseo de los ambientes, yo tome el trabajo con mi esposo; después un ingeniero me dijo que las hermanas religiosas que ocuparían el lugar necesitaran personas de apoyo para cuidar niños huérfanos que llegaran de otra ciudad. Yo me presenté con la hermana María Cruz Q.D.E.P., ella me preguntó si sabía cocinar, yo le dije que hago todas las labores de la casa y de ese modo me quede en cocina, ella me dijo que tenía que calcular bien las cantidades y los sabores para no desperdiciar nada, porque los niños deben comer bien y saludable. Yo solo sabia cocinar para 6 personas como máximo y acá tenía que cocinar para más de treinta niños, al principio me costó, pero aprendí mucho con la hermana María Cruz.
¿Qué aspectos destacarías de tu trabajo en la Comunidad Terapéutica Puntiti?
Yo aprendí mucho con las hermanas, empecé a conocer más platos, medidas y sobre todo pensar en la salud de los niños. Incluso dos meses después que yo entre a trabajar trajeron la cocina que sigue funcionando hasta ahora, es una cocina grande con horno, yo nunca vi una cocina así, pero ahora después de tantos años, 28 años después la conozco tan bien como una amiga.
Las hermanas me enseñaron que todo lo que hagamos tiene que hacerse con amor y respeto a los niños, ellos son el motor principal de la institución y tenemos que seguir aprendiendo con ellos y para ellos, el trabajo es sacrificado, pero todo vale la pena por las wawitas.
¿Qué valor le agrega a tu vida el trabajo con Hermanas Hospitalarias?
El amor, el trabajo duro, la responsabilidad, el esfuerzo. Yo ya tengo 62 años, nunca me iba a imaginar trabajar tantos años para las hermanas, pero todo lo que hago lo hago por los niños, son como una segunda familia para mí, el día que yo me retire será porque mi cuerpo ya esté muy cansado o me duela mucho, mientras tanto seguiré trabajando para los niños, mis niños.
¡Gracias Rosa por tu entrega hospitalaria!