El encuentro de las hermanas formadoras ha llegado al último día, y se percibe aún el gozo y el ánimo de todas para seguir profundizando más en los ámbitos formativos.

Día 16 de abril de 2015

Por la mañana: LA ESPIRITUALIDAD DE LA CONGREGACI ÓN

El encuentro de las hermanas formadoras ha llegado al último día, y se percibe aún el gozo y el ánimo de todas para seguir profundizando más en los ámbitos formativos que nos brinda la Congregación, más aún cuando el tema de hoy es sobre la espiritualidad de la misma.

Para iluminar nuestra jornada de trabajo, sor Concepción Ochotorena, que con el contenido de la carta 587 del Padre Fundador, nos ayuda a tener los momentos de inmersión en una fuente muy grande para nuestra espiritualidad, por lo que vibrar en nuestro corazón el deseo de revisar nuestra vida, de redescubrir juntas las luces que antes han guiado a nuestros Fundadores en su vida espiritual y hoy nos sigan orientando para actualizar en nuestra vida el amor y el estilo de vivir de Jesús Samaritano.

A lo largo de la mañana, hemos podido reflexionar el sentido profundo de nuestra espiritualidad. Sentimos la llamada a la integración entre lo vivencial y lo trascendente. Nuestra espiritualidad es un camino existencial que nos va trabajando en la comunión, en la fraternidad y nos va transformando en profetas de la hospitalidad, en mujeres enviadas a la misión. Es como una fuente inagotable de amor en la que cuanto más ahondamos, más podemos sacar el agua limpia que nos convierte y nos identifica más con Cristo.

Hemos tenido tiempo para profundizar sobre los misterios de Cristo en nuestra espiritualidad, plasmados en nuestras Constituciones, ahondando, también, en el espíritu del Buen Samaritano como camino existencial. Un camino de fe, de amor, de entrega, de descubrir al Señor en el itinerario de la vida cuotidiana.

Esto nos llevó a cuestionarnos personalmente sobre nuestra vivencia, para poder transmitir y acompañar a las hermanas en formación siendo testigos más que maestras.

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Por la tarde

Al inicio de la tarde compartimos el tema de la misión compartida desde lo que nos interpela, las dificultades que encontramos y propuestas que damos, para acompañar a los jóvenes en formación, según el modelo de Jesús Buen Samaritano.

Surge reiteradamente el tema del acompañamiento el que debemos dedicarle un cuidado especial en todas las dimensiones de la persona.

En un segundo momento nos empeñamos, desde una perspectiva congregacional, a diseñar la Hermana Hospitalaria que queremos formar, por considerarlo imprescindible en este momento de cambio que vivimos, siendo fieles a lo esencial de nuestra vida consagrada hospitalaria.

De todo lo analizado, reflexionado y compartido en este encuentro, que tuvo dos partes muy ricas, hemos podido subrayar tres puntos importantes que debemos poner en práctica ya en la realidad concreta de cada una:

  • Priorizar nuestro ministerio de formadoras acompañando a las personas que se nos confían, desde una coherencia de vida.
  • Cuidar nuestra propia formación actualizándonos.
  • Garantizar un acompañamiento personalizado, sistemático y continuo a las formandas.

Para clausurar este encuentro Sor Mª Asunción nos alienta diciéndonos que ha percibido la responsabilidad y el entusiasmo con que asumimos la misión que la Congregación nos confía, y que en los proceso percibe que vamos haciendo camino, pero que necesitábamos ir abriéndonos a la realidad socio- cultural y congregacional que nos toca vivir y subrayó una vez más que la persona está en el centro de toda la formación. Animándonos a no fijarnos tanto en las carencias, si no en lo que somos y creemos para acompañarlo.

Como conclusión sor Anabela reitera que las hospitalarias que formamos y queremos mañana, están hoy en nuestras manos. Esta es una grande responsabilidad pero también un gozo por la confianza que recibimos y por colaborar en el plan de Dios para las personas.

Valiéndose de la fuerza de la palabra del Papa Francisco que nos invitaba a volver a Galilea, ella nos invitaba “a volver a Ciempozuelos”, es decir al encuentro con la Hospitalidad. Que seamos nosotras mismas testigos. Es un tesoro participar en la obra del Padre. Que la gratitud y alegría deben acompañar la misión de formar a las hermanas más jóvenes porque es la oportunidad de engendrar nueva vida para la Hospitalidad. Terminó asegurándonos que no estamos solas, que nos acompañan y podemos contar con su oración y su apoyo.

En el nombre de todo el grupo de formadoras agradecemos de corazón esta oportunidad que nos ha proporcionado la Congregación. Hacemos nuestras las palabras de Sor Asunción cuando agradece a Sor Anabela por habernos acompañado durante estos días y también el agradecimiento de Sor Anabela a Sor Asunción por su entusiasmo e implicación para preparar, orientar y acompañar este encuentro Eclesial y Congregacional.

Hemos podido percibir una vez más que la preocupación en cuidar la formación de las hermanas, se traduce en ocupación que nos anima y entusiasma en la búsqueda conjunta de nuevos caminos para recrear la Vida y Misión Hospitalaria.

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