Dios es fiel a su pueblo, es fiel con todos nosotros, y nos pide unas actitudes para seguirle: que seamos hombres y mujeres de fe, que nos fiemos de Él y que esa confianza nos haga vivir con desprendimiento, siendo responsables con la vida que nos ha confiado y estando vigilantes para esperar su venida. La Liturgia de la Palabra de este domingo nos ilumina en este sentido.
En la Primera Lectura, el sabio israelita recuerda la salida de su pueblo de Egipto, su liberación. El pueblo espera vigilante su liberación, como lo espera hoy todo ser oprimido.
La Epístola a los Hebreos nos anuncia que los cristianos estamos llamados a creer y a esperar contra toda esperanza y por encima de todo fracaso. El testimonio de fe de Abrahán y de los antiguos patriarcas nos puede ayudar.
Jesús, en el Evangelio, nos invita a pensar en lo que es definitivo y a estar preparados y vigilantes para esperar su venida. Declara dichosos a quienes encuentre dispuestos.