En este domingo, la liturgia nos habla de la fe que todo lo puede y nada espera a cambio. Algunos cristianos se desaniman cuando sus peticiones no son contestadas inmediatamente por Dios. La Palabra Sagrada nos enseña que la fe es un don gratuito de Dios. Sólo necesitamos ser fieles.
La Primera lectura, tomada del profeta Baruc nos sitúa entre el año 605 y el año 597 antes de Cristo. La opresión política parecía que no tenía solución. El profeta dirige su queja a Dios por las injusticias que sufre el pueblo. Yahvé responde a la queja. Él salvará a su pueblo, pero mientras tanto necesitan ser fieles a Dios.
Hoy los consejos de san Pablo (Segunda lectura) a su discípulo Timoteo se dirigen también a nosotros. Nosotros hemos recibido los dones del Espíritu Santo para el bien de la comunidad. Con nuestra vida y palabras debemos luchar por la «pureza de la fe».
El Evangelio nos insistirá en que la fe es un don completamente gratuito. Por eso hay que pedirla, como los apóstoles, y actuar conforme a esa fe.