Para determinar si una persona, con una discapacidad compleja, es capaz o no de tomar decisiones se deben tener en cuenta numerosas variables.
¿Cómo se dictamina si alguien tiene conocimiento y voluntad para entender los actos que realiza y para querer realizarlos? El doctor José Ignacio Quemada, director de la Red Menni de Daño Cerebral, expuso en la I Jornada de Bioética, que se celebró el día 30 de mayo en el Centro Hospitalario Benito Menni de Valladolid, las herramientas y principios que marcan el proceso de valoración de la capacidad de decisión en pacientes con una lesión cerebral severa.
Volver a conducir, trabajar, vender una propiedad, votar… Es frecuente que una persona con una discapacidad compleja tenga que tomar decisiones importantes y, en el caso del daño cerebral, puede que sufra secuelas que comprometan sus procesos de comunicación, de cognición y sus emociones. Esto puede afectar a su capacidad de elegir, de comprender y a su razonamiento.
El doctor Quemada describió los trastornos de conciencia más habituales en personas con DCA y subrayó que la determinación de la competencia debe valorarse para cada decisión concreta.
En este sentido, destacó que los problemas de la comunicación han de ser valorados por parte de un especialista que analice el nivel de comprensión, si es preciso ayudado por sistemas alternativos de la comunicación (SAC).
Este primer encuentro sobre bioética, “Toma de decisiones: acompañar en la Fragilidad”, contó además con la participación de expertos a nivel nacional en Bioética: Mabel Marijuán, profesora de Bioética de en la Universidad del País Vasco UPV/EHU; Juan Medrano, médico psiquiatra y miembro del Comité de Ética de la Red de Salud Mental de Bizkaia; Mª Jesús Ladrón, presidenta de la Comisión de Deontología del Colegio de Enfermería de Valladolid y miembro de la Comisión de Bioética de la Junta de Castilla y León; y Alejandro Florit, presidente del Comité de Ética Asistencial de la Provincia de Madrid de las Hermanas Hospitalarias.
El objetivo de la bioética es introducir los valores universales para mejorar la atención a las personas vulnerables, ayudarlas a ejercer su autonomía y a tomar las decisiones que mejor se adapten a sus deseos.