Anna Honyiglo Suchomelova, Psicóloga en la Casa Sainte Germaine, de Hermanas Hospitalarias en París (Francia), nos relata la experiencia vivida en nuestro centro durante la crisis sanitaria producida por la pandemia del COVID-19.
Acabamos de vivir un período excepcional, difícil y, al tiempo, rico en experiencias.
Por un lado, para nosotros, los profesionales, para quienes este período ha supuesto una gran carga de trabajo y de emociones. Por otro lado, para nuestros residentes, que han tenido que adaptarse sin poder prepararse realmente para los grandes cambios de su vida cotidiana. Para muchos de ellos, esto significaba un largo período sin poder visitar a sus seres queridos, a sus familias, sin poder pasar tiempo con las hermanas, los amigos, los voluntarios…
Estoy orgullosa de mis colegas y de nuestros residentes.
Nos hemos movilizado, mediante nuestras profesiones, para garantizar a nuestros residentes una vida diaria soportable y animada, a pesar de las pocas posibilidades que nos quedaban. Pusimos en marcha varias actividades que podían realizar en sus habitaciones o, más tarde, cuando fue posible, en grupos pequeños. Pude observar que algunos residentes, que normalmente se mostraban reacios a participar en las actividades, estaban entusiastas con aquellas propuestas durante este período de confinamiento. Diría que, a algunos, este contexto peculiar les ha permitido redescubrir sus antiguas pasiones, que habían sido un tanto olvidadas con el paso del tiempo.
Por supuesto, no hemos olvidado que nuestros residentes necesitaban estar en contacto con sus seres queridos, sus familias, sus amigos, sus voluntarios. Las llamadas por videoconferencia se establecieron rápidamente para permitir que los residentes viesen a sus seres queridos y viceversa. Poco a poco, pudimos abrir horarios de visitas diarias en condiciones seguras. ¡Un gran número de familias y voluntarios aprovecharon esta oportunidad!
La resiliencia de nuestros residentes, que se han mostrado fuertes a lo largo de esta pandemia, me impresionó de forma continua durante el tiempo que duró el confinamiento. Fueron capaces de adaptarse a un entorno de vida completamente nuevo y a las condiciones impuestas por esta epidemia más fácilmente de lo que había imaginado.
Por supuesto, también hemos vivido situaciones complejas y días difíciles. Creo que, de alguna manera, este período nos ha unido. He visto a unos y a otros apoyarse mutuamente en los momentos más difíciles. También he observado la gratitud de nuestros residentes, y ello nos ha devuelto la fuerza, incluso cuando el cansancio se hacía presente.
Profesionales y residentes hemos vivido este período de pandemia juntos, cada uno con sus miedos y preocupaciones… Hoy, la situación está cambiando y estamos volviendo poco a poco a nuestras antiguas costumbres. Al final de este período y con la vista puesta en los hermosos días que están por venir, soy sincera cuando digo que estoy extremadamente orgullosa de mis colegas y de nuestros residentes.