Un día como hoy, el 21 de junio de 1880, María Josefa Recio y María Angustias Giménez partieron desde Granada a Ciempozuelos (Madrid) para fundar la Congregación de las Hermanas Hospitalarias del Sagrado Corazón de Jesús.

Fue San Benito Menni el que las invitó con ese gran propósito y les dijo: “Hijas mías, si queréis, podéis venir. Lo he pensado todo… y creédmelo, vuestro deseo es la voluntad de Dios”. 

Ellas respondieron: “Nosotras, Padre, aunque pobres y miserables, sólo queremos abandonarnos en sus manos, para que Dios haga de nosotras lo que quiera. Estamos decididas a sufrir lo que haga falta”. 

Fue un camino largo. Fueron citadas a las 2 de la madrugada y, la misma noche del 20 al 21, marcharon hacia Ciempozuelos. Sin embargo, era tal la emoción y el llamado que sentían, que eso fue suficiente para adentrarse en esta nueva aventura. 

Fueron incapaces de pasar de largo ante los enfermos, especialmente, las mujeres que padecían enfermedades mentales y eran abandonadas. 

Por esa razón, después de mucho trabajo y oración, el 31 de mayo de 1881, San Benito Menni, junto con María Josefa Recio y María Angustias Giménez, fundaron nuestra Congregación, una Institución sociosanitaria con el objetivo de atender a esas mujeres con enfermedad mental y excluidas.

Actualmente, las Hermanas Hospitalarias seguimos en camino. Aunque nuestra Congregación ya esté consolidada, nunca dejamos de caminar. El mundo de hoy en día nos llama a una hospitalidad constante, que ya no se reduce solo a las mujeres. La sociedad actual necesita un acompañamiento y atención total, tanto a nivel físico, como emocional y espiritual.  

Desde Hermanas Hospitalarias, queremos conmemorar a nuestras fundadoras porque gracias a su “sí” a la invitación del Padre Menni y a esa salida hacia Ciempozuelos, nuestra Congregación hoy está viva. Ellas son el rostro femenino de la Hospitalidad: mujeres apasionadas y comprometidas en la liberación misericordiosa de otras mujeres y nuestro faro cotidiano en nuestra entrega hospitalaria. 

Finalmente, nos encomendamos a nuestra Madre María, Primera Hospitalaria, para que nos acompañe en este camino de hospitalidad. Como nuestras fundadoras, le pedimos que nos haga dóciles y hospitalarias ante las circunstancias que nos encontremos en nuestro día a día. ¡Continuemos llevando el mensaje evangelizador de Jesús como Buen Samaritano y María cómo primera hospitalaria a través del testimonio de nuestra acción! 

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